A todos, a cada uno en su momento, Román los calló en la cancha

Aunque no es costumbre de este blog publicar enlaces o notas externas, hoy voy a hacer una excepción. La nota, publicada hoy en Olé escrita por el periodista Marcelo Guerrero, muestra, desde la perspectiva de alguien que sigue el Mundo Boca día a día, el presente del conflicto de las salidas de Riquelme y Palermo del club. Muy interesante como presenta un escenario donde el periodismo anti Riquelme se empeña en recalcar -¿o inventar?- conflictos para acelerar la salida del 10. A continuación, la nota:

El presidente Ameal dijo una vez que “los periodistas no definen la agenda de Boca”. Si así fuera, tendría derecho y razones. Casi desde principio de año y con énfasis desde que a Alves se le ocurrió sacar al goleador, la renovación del contrato de Palermo se instaló como tema principalísimo.

En las últimas semanas y con fuerza desde que surgió la posibilidad del desembarco de Guillermo como DT, la continuidad de Riquelme también se transformó en una cuestión de alto impacto. Hoy la prioridad de Boca debería ser el Clausura, con alguna expectativa mayor que evitar el 20° puesto. Por ejemplo, pasar los 20 puntos y mantener ilusiones de clasificarse a la Libertadores 2011.

Con respecto a la permanencia del 9 y el 10, asunto trascendente por su condición de ídolos, se presentan tres alternativas.

La 1ª es que sigan los dos, con el riesgo de que el enfrentamiento -inflado artificialmente por algunos muchachos con indisimulado rencor hacia Riquelme y micrófono abierto para expresarlo- cubra como una nube toda la vida del club.

La 2ª es que se vayan ambos, precisamente para acabar con esta insoportable dicotomía.

La 3ª variante es dejar a uno y echar al otro. Es la más peligrosa porque la división, en vez de desaparecer, se agravaría.

Además, ¿quién se queda y quién se va? Si la opción es Riquelme, la dirigencia apostará a un jugador que, lejos de sus rendimientos en 07/08, se destaca nítidamente en este plantel y genera el 80% de las situaciones favorables. Si se prefiere a Palermo, profesional ejemplar y una de las máximas figuras de la historia, la Comisión habrá escuchado a los mismos periodistas que Ameal aseguraba desoír.