Se cumplen cinco años del primer regreso de Juan Román Riquelme al club de sus amores. El partido fue en el patio de su casa y el rival, Rosario Central. Acá recordamos el arranque de la segunda etapa del 10 en Boca, que terminó con la obtención de la Copa Libertadores 2007.

Nicolas Merletti (@NicoMerletti)

Román recibiendo el aliento y el amor de toda La Bombonera.

1739 días pasaron desde el 16 de mayo de 2002, cuando Boca quedó eliminado de la Copa Libertadores a manos de Olimpia de Paraguay -finalmente campeón-, para que Juan Román Riquelme volviera a ponerse la camiseta xeneize. No la azul y oro, porqué ese 18 de febrero de 2007 Boca recibió a Rosario Central con una camiseta muy alternativa -símil pijama-.

Román volvía al patio de su casa y era recibido como lo merecía. El partido fue una anécdota, terminó 1 a 1 y el 10 no pudo mostrarse en su esplendor. Una de las causas, segun sus palabras, fue el estado del campo, más precisamente la altura del césped. JR10 explicó: "El pasto estaba muy alto y eso benefició el trabajo de Central que vino a defenderse". Además, Román no se quedó conforme con su rendimiento. "No es fácil volver a jugar después de dos meses. Me sentí muy bien. Pero puedo jugar mucho mejor", declaró el 10.

Es que el 10 regresaba a su primer amor consecuencia de un conflicto con el Presidente del club dueño de su pase, Villarreal, y venía de entrenarse sin jugar partidos oficiales. Por eso, luego del encuentro fue -como de costumbre- foco de algunas críticas sobre su juego, que rápidamente fueron disuadidas con el transcurso de las presentaciones xeneizes.

Pero lo que más destacó Riquelme de aquel día fue el recibimiento de la gente en un estadio que se vistió de fiesta para su regreso. "Fue una emoción muy grande volver a jugar en La Bombonera con todo el aliento de la gente. Voy a estar muy agradecido con la gente de Boca". 

El comienzo del segundo Romance de la gente con su ídolo -aunque es un amor que nunca se había cortado- presagiaba que grandes cosas vendrían: ese semestre sería testigo de un nivel superlativo del 10, coronado con la última Copa Libertadores pintada de azul y oro.